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* Hoy es lunes, octubre 30, 2006

Columnas del 30 de Octubre

9:40 a. m.

Crónica anunciada

Detrás de la Noticia
Ricardo Rocha


Todo lo que está pasando se ha adver tido. El sistema político mexicano se está jugando el pellejo por mantener en el poder a un gobernante repudiado por la mayoría de su pueblo. Un hombre sobre el que nadie, ni sus propios cómplices priístas, se ha atrevido a defender y mucho menos a reconocer un mínimo de eficacia en su tarea de gobierno. Esa es una de las grandes paradojas de Oaxaca. Todos los gravísimos riesgos que hoy se corren no tienen justificación alguna. Salvo los intereses cortoplacistas de la politiquería más barata y ahora más cara.

Lo cierto es que hay un tigre a las puertas y nadie asume la responsabilidad de haberlo convocado. En el Senado de la República hay un silencio vergonzante. Luego de la farsa de una investigación sin destino y del fallo por la no desaparición de poderes que significó un apoyo incondicional a Ulises Ruiz, los acontecimientos se precipitaron. Envalentonado por la carta de impunidad de los senadores prianistas, el desgobernador mandó a sus paramilitares a matar y a intimidar. Los muertos de los últimos días han de cargarse a la cuota del señor Ruiz.

Una larga lista de infamias que comienza con Diódoro Carrasco -ahora convertido al panoportunismo- y sigue con José Murat para prolongarse en Ulises: desapariciones forzadas; persecuciones y asesinatos de líderes de la oposición; ataques a los medios críticos como el caso de Noticias de Oaxaca; atropellos a los derechos humanos; corrupción galopante y toda clase de crímenes que fueron la simiente para el actual estado de furia de gran parte de los ciudadanos oaxaqueños; como los maestros y los miembros de la APPO, que han sido la avanzada de una sociedad agraviada por los abusos de un poder malentendido.

Esas consideraciones elementales y la observación sobre el terreno permitieron anticipar hace apenas una semana que la de Oaxaca era una bomba de tiempo dispuesta para estallar en cuestión de días y horas. Ahora el plazo se está cumpliendo y hay un despliegue inédito de la Policía Federal Preventiva -y del Ejército disfrazado de la misma- que empieza a apretar el cerco sobre el centro histórico de la capital oaxaqueña.

Se supone que se intentará una operación quirúrgica -con observadores de derechos humanos y toda la cosa- en la que las bajas que lamentar sean mínimas. Por lo pronto, los de la APPO y los maestros han ordenado un repliegue táctico que evite cualquier enfrentamiento con los invasores. Pero la estrategia no ha variado. Las movilizaciones continuarán hasta que no se logre el objetivo incubado desde hace 163 días y explicitado desde la represión del 14 de junio: que se vaya Ulises.

Por ello, el gobierno de Fox -presionado ahora por el embajador Tony Garza, a causa de la muerte de un camarógrafo estadounidense- no puede suicidarse política y mediáticamente con la impresión de que toda esta movilización gigantesca, nunca antes vista en tiempos supuestamente democráticos, se debe a un oscuro compromiso de defender, aun con muertos y sangre, a un personaje tan siniestro como Ulises Ruiz. Que, a propósito, sigue tan campante entrando y saliendo de la Secretaría de Gobernación. Como si todo se limitara a levantar las barricadas, recuperar la plaza mayor y reabrir las escuelas. Cuando en el fondo lo que subyace es una insurrección popular y legítima que exige la salida de un gobernador espurio desde el primer momento en que se hizo de su virreinato.

Como él ya no tiene remedio, hay que presionarlo ahora por todas las vías legales y políticas para que renuncie. Se ha filtrado por ahí un acuerdo para que pida licencia después del 1 de diciembre a fin de que no haya necesidad de convocar a elecciones que pongan en riesgo el mando priísta en la entidad.

El problema es que la liga ya no puede estirarse más y se va a reventar en cualquier momento. Los soldados y los de la PFP no son ni hermanas de la caridad ni agentes de relaciones públicas. Están en Oaxaca porque tienen un entrenado oficio para contener, golpear y matar si es necesario.

El fuego y las llamas están a una chispa de distancia.

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Oaxaca del hambre y del olvido

Carlos Fernández-Vega
México SA

  • ''Mátenlos en caliente'', la salida de la ultraderecha empresarial

Ayer domingo elementos de la Policía Federal Preventiva realizaron varias acciones en la capital de Oaxaca contra manifestantes de la APPO, a consecuencia de lo cual murieron dos civiles Foto Ap

Oaxaca tiene el nada envidiable privilegio de concentrar en su geografía a 42 por ciento de los municipios más pobres del país. Incluso, se da el lujo de tener tres de los diez municipios "más pobres entre los pobres" de la República, hermanos de dolor y hambre de Metlatónoc, Guerrero, Tehuipango, Veracruz, y Sitala, Chiapas

Hablar de hambre, olvido y marginación es hablar de Oaxaca, es hablar de la geografía mexicana de la miseria, que se expande año tras año. Y una vez más Oaxaca estalló, por las mismas causas de siempre, por mucho que la cada vez más ineficiente clase política del país pretenda presentar el hecho como un "simple problema salarial del magisterio".

Y esa misma clase política, junto con la siempre pulcra ultraderecha empresarial -del gobierno y la iniciativa privada- no encuentra mejor salida al conflicto que la utilizada por un oaxaqueño muerto casi un siglo atrás: "mátenlos en caliente".

Si previo al aparatoso despliegue de tropas y armamento en Oaxaca los supuestos responsables de gobernar el país y el Estado hubieran reflexionado sobre la urgencia de desplegar recursos económicos para atender las milenarias carencias de los oaxaqueños, probablemente ahora se hablaría de un intento real para solucionar los problemas, y no, como se hace ahora, de los muertos y heridos contabilizados y los que están por contabilizar.

El nuevo capítulo del milenario problema oaxaqueño de hambre y marginación de ninguna manera es un "simple problema salarial del magisterio". Eso dicen quienes a lo largo de poco más de cinco meses de conflicto no han hecho mayor cosa que echarse la pelotita, proteger a las "tepocatas" supuestamente erradicadas del panorama político, y darle largas y más largas a una explosiva situación que no será solucionada con represión, sino con desarrollo, crecimiento, ingreso y bienestar social.

Mientras para la clase política es más importante mantener a Ulises en su trono para no alterar sus oscuras alianzas partidistas que acabar con la geografía de la miseria, por cortesía del INEGI va un paseo estadístico por la realidad oaxaqueña, con sus 3.5 millones de habitantes, esa que, dicen, se limita a un "simple problema salarial del magisterio":

Oaxaca ocupa el segundo lugar nacional en tasa de fecundidad, el quinto en tasa de natalidad, el 31 en esperanza de vida al nacer, el noveno en migrantes internacionales, el sexto en hogares con jefatura femenina, el 31 en acceso a los servicios médicos institucionales, el primero en mortalidad y el segundo en mortalidad infantil. El 35.2 por ciento de la población habla lengua indígena y español; 14.3 por ciento sólo lengua indígena.

En disponibilidad de servicios básicos (agua de la red pública, drenaje y energía eléctrica) ocupa el escalón numero 32, es decir, el último, como también en viviendas con piso de tierra y en al agua potable. El penúltimo en disponibilidad de bienes como televisión, refrigerador, computadora, lavadora. El último en crédito e inversión (pública y privada) ejercidos en vivienda.

Tercer lugar nacional en población analfabeta (19.3 por ciento del total), sólo por debajo de Chiapas (21.3 por ciento) y Guerrero (19.9 por ciento), contra 8.4 por ciento de promedio nacional. Casi el 7 por ciento de la población de seis a 14 años no asiste a la escuela; 17.4 por ciento de la población de 15 años de edad en adelante no tiene instrucción, y 20.5 por ciento no concluyó la educación primaria. El grado promedio de escolaridad en el estado es de 6.3 años, contra 7.9 como promedio nacional. Oaxaca ocupa el lugar número 13 -a nivel nacional- en educación básica, el 32 en media superior y el 31 en educación superior.

Los indicadores de educación de Oaxaca revelan lo siguiente: en educación primaria ocupa la cuarta posición nacional en deserción, el primero en reprobación y el 27 en eficiencia terminal; en educación secundaria, en el mismo orden, los lugares 11, 25 y 24, y el 26 en absorción: en profesional media (técnica) las posiciones 21, 4, 15 y 28, respectivamente; en bachillerato, los escalones 23, 6, 6 y 25, en cada caso. Por lo que toca a la absorción en educación superior, el estado ocupa el penúltimo lugar nacional.

En infraestructura , recursos y consultas externas del sector salud, Oaxaca ocupa las siguientes posiciones en el ámbito nacional: novena en hospitales, tercera en unidades de consulta externa, 14 en número de camas hospitalarias, sexta en consultorios, 14 en laboratorios de análisis clínicos, 14 en personal médico, 17 en personal paramédico, 13 en consultas externas, 29 en quirófanos, 29 en número de médicos en contacto directo con el paciente, y el 30 en enfermeras. La participación de la medicina privada en estos renglones hace que Oaxaca ocupe del escalón 15 al 32.

El 23 por ciento de la población ocupada en Oaxaca no recibe ingreso, contra 8.7 como promedio nacional, lo que ubica a la entidad en segundo lugar, sólo superada por Guerrero (27.3 por ciento); 43 por ciento obtiene hasta dos salarios mínimos, 26 por ciento entre dos y cinco. El 45 por ciento se emplea en el sector servicios y 35 por ciento en el agrícola, pesquero y silvícola. Oficialmente, el índice de desempleo abierto es cercano a 2 por ciento de la PEA. Ocupa el último lugar nacional en producto interno bruto per cápita.

Ochenta por ciento de los ingresos públicos estatales corresponden a aportaciones federales. Sólo 0.5 por ciento son impuestos estatales. Tiene el último lugar en inversión extranjera directa, y el grueso de ella se ha canalizado a las zonas turísticas de playa, Huatulco fundamentalmente.

Las rebanadas del pastel:

Entonces, para resolver un "simple problema salarial del magisterio" hay que matarlos en caliente.

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La humillación democrática

Herman Bellinghausen


Finalmente, el Estado mexicano enseñó el cobre. El poco que le quedaba en la abollada "legitimidad democrática" de su ya lejano "cambio" de 2000. Ha cubierto punto por punto el expediente de los tiranos y los cobardes, aunque con gesticulación democrática y moderna con atención al respetable público y las instancias internacionales de representación o dominio económico. Vende la nación. Impone sucesor mediante fraude y prácticas prohibidas por sus propias leyes. Usa las fuerzas armadas para reprimir, no a "un extraño enemigo" sino al pueblo. Criminaliza y absuelve a modo con la manipulación facciosa e inescrupulosa de los poderes de la Unión.

La complicidad se redondea con el concurso de los partidos políticos, esos hijos predilectos del régimen, mantenidos con nuestro dinero para que se repartan poderes y presupuestos que son de ellos, en vez de nuestros.

Servil con el poderoso, arrogante y traicionero con el humilde, del gobierno yanqui es tapete de traspatio (tratados, acuerdos, castigos, chantajes, muros) como nunca lo fue el viejo régimen priísta. Y para el pueblo mexicano, ¿qué es el Estado foxista para el pueblo que gobierna? Que lo diga, por ejemplo, el oaxaqueño.

Primero, su "manejo" del "caso Oaxaca" reconfirma a qué grado el gobierno panista ha sido y seguirá siendo un apéndice funcional del priísmo al cual relevó y continuó. Permitió la elección fraudulenta del señor Ulises Ruiz Ortiz, la progresión autoritaria, abusiva e ilegal de su gobierno, y lo sigue solapando mientras es desconocido masivamente por su pueblo y raya en su cacha más y más muertos.

El gobierno federal finge que atiende, desatento como siempre que se trata de pobres. Finge que negocia para ganar tiempo (o sea, perderlo miserablemente). Finge tener la razón, y de rodillas le prestan los medios masivos sus cajas de resonancia. Permisivo, obsequioso, comprensivo con el gobernador más repudiado y desconocido por su pueblo en toda la historia moderna de México. Uno que sumó a su delincuencial comportamiento mientras gobernaba una actitud criminal contra el pueblo que decidió ponerle un alto. El foxismo permitió que alguien tan impresentable como el mandatario de Oaxaca "aplicara" el estado de derecho.

Y así puso a la entidad a una prueba que, para su desgracia, fue superada por el pueblo. Y con creces. El movimiento magisterial, que desde el principio fue más importante que sus líderes, se encontró con la población de Oaxaca en el mismo camino. En un proceso unitario sin precedentes, las organizaciones políticas y sociales, las autoridades tradicionales indígenas del estado más indígena del país, gobiernos municipales, colonias y barrios de las ciudades (no sólo la capital), las ONG, los estudiantes, los padres de familia, los comerciantes, comunidades eclesiales de base y hasta no pocos empresarios locales.

Los maestros y la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO) pusieron bajo sitio al gobierno que desconocen, ocuparon las calles de su propia ciudad y movilizaron a los oaxaqueños en sus siete regiones, y en las muchas más de su exilio en el país, Estados Unidos y Canadá. Los unificó su Anastasio Somoza local. En un movimiento esencialmente pacífico y deliberativo, democrático pues. Los disparos han salido, durante cuatro meses, siempre del mismo lado: policías, porros, pistoleros, golpeadores a sueldo. Los muertos los ha puesto el otro lado, el que no dispara, el que argumenta, pero que tampoco se deja.

Barricadas, garrotes, brigadas móviles, comunicación horizontal expedita, organización. Esas han sido sus armas, y con ellas se han defendido legítimamente los oaxaqueños, pues han sido atacados por tomar decisiones soberanas. La "salida" represiva estuvo considerada desde hace mucho, pero ante la fuerza real de la protesta, había sido inaplicable. La complicidad del foxismo con el PRI, casi su secuestrador, ha sido hasta la náusea. (Bueno, ya se aguantó otras náuseas, como la del góber precioso).

Con las jaurías sueltas, los tribunales y las cárceles listos, los medios de comunicación bien aceitados, el foxismo-calderonismo pretende escarmentar al heroico y digno pueblo de Oaxaca. "Las instituciones son primero", aunque estén tan podridas como las del ulisismo. Tuvo que morir un gringo (aunque estuviera del lado del pueblo) para que el gobierno "decidiera" actuar. Los mexicanos no ameritan. Y para colmo, se protegerá a los culpables y se perseguirá a las víctimas. La humillación como método.

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Triunfaron las ganas de reprimir

Ciudad Perdida
Miguel Angel Velázquez

  • AN, Fox y Calderón, los brazos ejecutores
  • Termina la incapacidad y comienza el odio
El mayor problema para los oaxaqueños que desde hace tres semanas se plantaron a las afueras del Senado de la Republica es la imposibilidad de estar en el río, cuando la sangre de sus compañeros de lucha lo ha enturbiado.

Para ninguno de los muchos que mantienen la manifestación de protesta parece extraña la decisión del gobierno. La represión siempre fue el golpe que esperaban, y conscientes de ello se prepararon, aunque nunca nadie logra aceptar, totalmente, el triunfo de la imbecilidad armada.

Entre los habitantes del plantón los culpables de que la sangre de los oaxaqueños inunde el río son los intereses del Partido Acción Nacional, que pudieron restar su apoyo al PRI para que Ulises Ruiz dejara la gubernatura del estado y, con ello, cumplir con la exigencia de la mayoría de los habitantes de aquella entidad, lo que traería el principio de acuerdo que da base sólida a una paz acordada, y seguramente duradera.

Acción Nacional, Fox y el gobierno del odio que pretende imponerse -el poder aparente, porque es sabido que estos actores sólo son el brazo ejecutor de quienes se apoderaron del país- muestran, ahora, sin mayor duda, que la voz de la gente no será escuchada, jamás, por Felipe el usurpador.

Más que nunca el odio se erige como la fuerza hegemónica de los azules, que intentarán, con sus acciones en Oaxaca, lanzar un mensaje inequívoco: o el pueblo se somete a sus mandatos o ellos lo someten.

Siempre que los ataques mediáticos no logren enajenar lo suficiente como para revertir la relación entre sometidos y los inconformes, estará la fuerza de los chorros de agua de las tanquetas antimotines, los gases lacrimógenos, los garrotes y el crimen impune, cometido en nombre de la legalidad, el orden y la paz.

Las fotografías que nos muestran los medios escritos señalan a un grupo adiestrado, que lanza su ataque en contra de los miembros del plantón oaxaqueño. Curiosamente, la mayoría de los que se ven armados visten una camisa roja que parece una seña de identificación entre ellos, es decir, estamos frente a algo muy parecido a un nuevo escuadrón de la muerte.

Y no sólo eso, desde el ánimo exacerbado de otros grupos, que nada tienen que ver con la APPO, se montan actos violentos que finalmente parecen dar la razón a las muchas voces que reciben entre aplausos y justificaciones ramplonas el arribo de las aspiraciones más altas de la derecha: la represión.

Tal vez nada pueda justificar a los jóvenes que por su cuenta deciden manifestarse violentamente, por ejemplo, en el centro de la ciudad de México, pero es necesario pensar hasta qué punto la represión ha ido radicalizando a quienes cada vez se sienten más humillados, más despojados, más perseguidos por un sistema que no les ofrece nada más que odio.

Así, la solución de la fuerza seguramente no llevará la paz a Oaxaca, por el contrario, el rencor que siembra el sometimiento siempre dará frutos de incertidumbre y la inestabilidad acechará cada rincón, cada paso, cada discurso de quienes se sienten vencedores del pueblo que sometieron, pero que no pueden gobernar.

Termina un gobierno incapaz, omiso en sus deberes hacia la gente, indolente frente a las demandas de la mayoría empobrecida y finalmente violento, y se inicia el del odio que, como se ve, no tendrá otro sustento que la represión, la represión y la venganza, lo malo es que el fruto de la semilla que sembraron empieza a madurar, y eso los tiene aterrorizados

El nombre del hombre

El segundo de a bordo en la Secretaría de Seguridad Pública Federal, el que maneja los dineros para las corporaciones de todas las entidades del país, el que, como todos saben, es uno de los protegidos de Elba Esther Gordillo, envió una carta a la directora de este diario para decir a los lectores que su nombre no fue mencionado en la denuncia que el jefe de la policía del DF lanzó a un alto funcionario de la SSP federal. Y tiene razón, su nombre nunca fue pronunciado. Quién sabe de dónde sacamos en este espacio la idea de que era a él a quien se refirió Joel Ortega, seguramente fue una imperdonable proyección, por tanto, desde aquí le enviamos una disculpa, que bien la merece. Ni modo.

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Mueren tres pobladores en los enfrentamientos y ocho resultan lesionados

  • Con tanquetas y disparos entran las fuerzas policiacas a Oaxaca
  • En medio de cateos a domicilios particulares comienza la persecución de la gente en resistencia
ENRIQUE MENDEZ, BLANCHE PETRICH, GUSTAVO CASTILLO Y OCTAVIO VELEZ ENVIADOS Y CORRESPONSAL

Oaxaca, Oax., 29 de octubre. La Policía Federal Preventiva (PFP) ocupó desde las 2 de la tarde esta ciudad capital y el centro histórico, después de romper barricadas con tanquetas que arrojaron agua a presión, disparar armas de fuego, arrojar decenas de gases lacrimógenos y enfrentarse, durante más de dos horas, con colonos de San Jacinto Amilpas y brigadistas de la barricada de Canal 9. En la ocupación cayeron el enfermero del IMSS Jorge Alberto López Bernal, el profesor Fidel García y un menor de 14 años aproximadamente, aún no identificado.

Aunque la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO) abandonó el zócalo capitalino a las 19 horas y se replegó a la Ciudad Universitaria, luego de una fallida negociación telefónica con la Secretaría de Gobernación, la persecución de ciudadanos que exigen la caída del gobernador Ulises Ruiz se extendió por la noche a las colonias cercanas a la capital, como Santa Rosa, en el Parque del Amor, situado en el puente Porfirio Díaz, así como en la calle Valerio Trujano.

Tras la incursión, los efectivos policiacos realizaron cateos a domicilios particulares y detuvieron a unas 50 personas, que -declaró el vocero de la APPO, Florentino López- fueron trasladadas a la 28 Zona Militar. Algunas fueron aprehendidas en las inmediaciones de Ciudad Universitaria y trasladadas en helicóptero a las instalaciones castrenses.

Los heridos

Hasta el cierre de esta edición se registraban ocho personas lesionadas y un número no definido de policías, aunque tres resultaron heridos por quemaduras de bombas molotov y cohetones. En el enfrentamiento en Canal 9, un federal recibió de lleno una molotov, que le prendió fuego, y sus compañeros le ayudaron a sofocar las llamas. La policía no informó a qué hospital fueron trasladados sus heridos, ni sus nombres.

En contraparte, los contingentes encargados de ocupar primero el centro histórico enfrentaron poca resistencia, pero también reprimieron a la sociedad que los increpó a su paso. A las cuatro de la tarde, tres agrupamientos se apostaron en las dos esquinas al sur de la plaza, en Bustamante y Portal de las Flores, desde donde arrojaron dos bombas de gas lacrimógeno, mientras otro avanzó hasta la esquina de Porfirio Díaz e Independencia.

A las siete de la noche, cuando la comisión de seguridad de la APPO pidió a 800 de sus integrantes replegarse a Ciudad Universitaria, los policías comenzaron a relajarse, se quitaron el casco y utilizaron como camas sus escudos y, a modo de cobijas, las mantas en las que el movimiento reclama la renuncia de Ulises Ruiz.

Las fuerzas federales recuperaron, además de la plaza principal, la alcaldía, la Secretaría de Finanzas y las oficinas de la policía municipal, y se preparan a intervenir en las alcaldías tomadas aún por la APPO.

Tras la incursión, que ocurre a cuatro meses y medio del fallido operativo de las fuerzas estatales, el gobernador advirtió esta noche que no solicitará licencia al cargo porque, adujo, su mandato "nunca ha estado sujeto a negociación". Sus colaboradores aseguraron que siguió el operativo desde una oficina en San Felipe del Agua, al norte de la ciudad.

El avance de los cuatro mil policías enviados a Oaxaca para "recuperar" la capital del estado ocurrió de manera simultánea desde el aeropuerto y de una base provisional en la carretera México-Cuacnopalan, en el entronque con el municipio de Etla.

Pasada la una de la tarde, media hora después de que 12 militares vestidos de civil fueron entregados a un mando castrense en la calle Símbolos Patrios, donde fueron retenidos, desde el aeropuerto salieron más de 80 autobuses con policías, a los que les abrieron paso dos trascavos que "barrieron" las barricadas y avanzaron hacia el centro de la ciudad.

Los autobuses y camionetas utilizados como barricadas fueron prácticamente levantados en vilo por los trascavos y, para evitar que los obstáculos fueran repuestos, la PFP distribuyó sus líneas a 100 metros entre sí, y cualquier intento de regreso fue disuelto a empellones con los escudos.

El avance de las tropas, entre las que participaron grupos especiales de inteligencia y táctica, estuvo apoyado por cuatro helicópteros de la policía federal y del Ejército. Antes de ordenar la marcha de la policía, se realizaron ocho vuelos de reconocimiento.

Al otro lado del valle, en Etla, cientos de personas se congregaron a la altura del pueblo de San Lorenzo, adonde se trasladaron mil 500 policías preventivos armados con rifles de asalto, lanzagranadas y toletes. Los ciudadanos y simpatizantes de la APPO repudiaron la presencia de las fuerzas federales, inclusive cuatro voluntarios se desangraron. Casi a las dos de la tarde se les ordenó avanzar y, ante la resistencia ciudadana, utilizaron las tanquetas para dispersarlos con agua a presión.

Las tanquetas fueron trasladadas hasta Etla por tráileres en plataformas; aunque se compraron en el último tramo de la administración de Carlos Salinas de Gortari, fue hoy, cuando faltan 31 días para que el presidente Vicente Fox concluya su mandato, que se utilizaron por primera vez. Esta noche, en los enfrentamientos con colonos, dos fueron destruidas.

Como en Símbolos Patrios, la gente extendió mantas y cartulinas en las que se leía: "¡llévense a URO!", por las iniciales del gobernador.

Con el respaldo de las tanquetas, la policía rompió las primeras tres barricadas, hasta el cruce de San Pablo, donde arrojó más agua a los colonos. Ahí tomó la decisión de dar vuelta a la derecha, para tratar de ingresar a la ciudad por la ribera del Río Atoyac, pues en los entronques de Viguera, Brenamiel y Santa Rosa los simpatizantes de la APPO habían atravesado tráileres e, inclusive, tenían en su poder un tanque de gas LP que amenazaban con quemar al paso de las tropas.

Al rodear las barricadas, el contingente policiaco se encontró, sin embargo, con dos tráileres más en las vías del tren, por lo que debió regresar, dar vuelta nuevamente para buscar una salida por la rivera, y entrar a una calle sin salida en la esquina de Pinos y Ferrocarril, en la colonia Pilar de la agencia municipal de Pueblo Nuevo.

Su avance desde ahí fue aún más difícil. Los colonos inconformes con la incursión les arrojaron piedras -inclusive con hondas-, bombas molotov y les dispararon cohetones con las bazukas hechizas. La respuesta, una y otra vez, fue el lanzamiento de gases lacrimógenos.

Ante ello, las fuerzas públicas se replegaron en dos ocasiones, y en ese ir y venir llegaron hasta el puente del Tecnológico, donde se dio uno de los dos enfrentamientos más fuertes.

A unas calles de ahí, donde se encuentra la agencia de la Pepsi, murió un profesor, del que hasta el momento se desconoce su identidad, y en ese lugar los vecinos recogieron casquillos de bala. En la refriega del puente del Tecnológico también falleció un menor de edad, del que tampoco se pudo confirmar su nombre.

Una vez que la policía traspuso dicho puente, una columna se trasladó hacia el sur de la ciudad y otra al centro. El primer contingente se dirigió al Parque del Amor, en el puente de Valerio Trujano, donde se produjo otro enfrentamiento y algunas versiones aseguraron que la ciudadanía habría tomado en rehenes a dos policías, y que uno más habría fallecido. Radio Educación reportó, poco antes de las 11 de la noche, que un hombre identificado como Isidro Ramírez y su hijo José Manuel fueron detenidos por la policía en ese parque.

La otra columna llegó a la barricada en el Canal 9 de televisión estatal, donde los brigadistas resistieron por casi dos horas, con piedras, cohetones y bombas molotov. Una prendió a un policía, mientras en la agresión con gases lacrimógenos, una granada le dio de lleno en el pecho al enfermero López Bernal, quien falleció por el impacto. Su cuerpo fue velado esta noche en esa barricada.

El profesor Fidel García murió apuñalado en el fraccionamiento Elsa, aunque el gobierno del estado aseguró que se trató de un asesinato "en una riña".

A las cuatro de la tarde, el tercer agrupamiento que se dirigió hacia el Centro Histórico recuperó la alcaldía -ubicada en la Plaza de la Danza, frente al templo de La Soledad- y se ubicó en tres de los accesos al Zócalo. Todavía humeaban seis autobuses incendiados en Símbolos Patrios y, antes de las seis, otros tres transportes urbanos utilizados para trasladar a los policías fueron quemados con gasolina.

Con el cambio de horario oscureció a las seis, y entonces arribó la marcha convocada por la APPO desde el monumento a Juárez, en la salida al Istmo, y ahí Flavio Sosa, integrante de la dirigencia provisional, pidió esperar 10 minutos para que la Secretaría de Gobernación diera una respuesta a una solicitud de diálogo. "No choquemos con la PFP. Vamos a esperar la respuesta, y si no tomaremos algunas acciones", expresó.

El plazo transcurrió sin respuesta positiva y, a las siete de la noche, una camioneta de la comisión de seguridad pasó por el zócalo para solicitar a los plantonistas reagruparse en Ciudad Universitaria.

A las 11 de la noche, finalmente, las tanquetas llegaron a la plaza principal de Oaxaca, después de una larga jornada violenta, pese a que el gobierno federal aseguró que la toma del estado sería pacífica, y a que el secretario de Gobernación, Carlos Abascal, había jurado por Dios que no habría represión en el estado.

Cuando llegaron las tanquetas al zócalo un policía preventivo agredió al fotógrafo Ezequiel Leyva, de La Jornada, al que derribó al piso y lo sometió con una bota en la pierna derecha para tratar de quitarle su cámara


Por : trueeyes




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