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Andrés Manuel
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Profirio Muñoz Ledo

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* Hoy es domingo, octubre 29, 2006

Columnas de La Jornada

12:17 p. m.

Astillero

Julio Hernández López

El verdadero mando

  • Señor embajador
  • Ruptura de pláticas
  • ¿Adiós a Ulises?

La presión del embajador de Estados Unidos en México llevó al gobierno de Vicente Fox a romper pláticas indirectas pero autorizadas con el cuerpo directivo colegiado de la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca que -a la hora del ultimátum federal- se inclinaba con claridad por sentarse hoy en Bucareli a negociar formas de distensión del conflicto sureño (a pesar de esa ruptura, la APPO decidió anoche que una comisión viajara para estar hoy en Gobernación, pero ya con una ruta de confianza lastimada).

La urgencia de proveer satisfacciones a Washington por la muerte del periodista Bradley Roland Will aceleró riesgosamente una toma de decisiones que hasta ahora Fox se negaba a realizar, como si su intención real fuera dejar esa herencia quemante a su sucesor. Las protestas en privado de Antonio Garza júnior por el asesinato del periodista de Indymedia generaron una reunión ejecutiva del gabinete de "respeto y orden", el envío de miles de miembros de la policía federal militarizada a Oaxaca (y de soldados como tales) y la desconcertante ruptura de un proceso de negociación con el mando colectivo de la APPO. La maquinaria oficial federal sesionó de un golpe con el mencionado gabinete de seguridad, con la directiva de la sección 22 del magisterio y con el todavía gobernador Ulises Ruiz, que estuvo cuatro horas en Bucareli y que habría aceptado que los jefes de las instancias policiacas estatales fuesen relevados en el primer minuto de hoy, para quedar bajo control de un subsecretario federal.

La exigencia foxista de que le sea "devuelta" la ciudad fue asumida con razonada prudencia por la dirección de la APPO -que determinó resistir pero sin confrontar, y en dado caso replegar al zócalo a los contingentes de las barricadas en desalojo-, pero nadie en un movimiento tan horizontal como el oaxaqueño podría responsabilizarse del comportamiento de ciudadanos de la periferia citadina que a la hora de redactar esta columna se decían "enardecidos" y dispuestos a enfrentar a las fuerzas federales más allá de lo que determinaran los líderes formales, nunca suficientemente obedecidos.

Una primera lectura de lo sucedido ayer pareciera sugerir una definición del gobierno federal a favor de Ulises Ruiz a un día de que éste había organizado una mortal acometida contra quienes se oponen a su mandato. Hay, sin embargo, algunos detalles que merecen atención. Por principio de cuentas, la Secretaría de Gobernación, que tuvo a su cargo la operación política, consiguió que Ulises Ruiz aceptara una forma de disminución política que en el contexto de desgaste de ese gobernador podría ser fatal, pues al doblarle la mano para que un subsecretario federal asuma el mando de las fuerzas policiacas locales, con la consiguiente salida -formal o virtual- de los funcionarios estatales del ramo, se convierte al mencionado Ulises en un blanco de persecución popular carente del blindaje represivo que hasta ahora le ha permitido simular actos de gobierno. De hecho, anoche mismo cobraba fuerza la especulación relacionada con la posibilidad de que el maltrecho Ruiz solicitara licencia al cargo este lunes 30, cuando los profesores podrían regresar a clases (todo dependerá de las negociaciones de hoy en Gobernación) y cuando el propio Ulises deberá rendir (¿a escondidas?) su segundo informe de presunto gobierno. En Bucareli, sin entrar en materia de fechas, se asume como natural que Ruiz dejará el cargo en un lapso breve (¿días? ¿Cuatro semanas, es decir, después del primero de diciembre, cuando ya se podrá nombrar un gobernador interino por acuerdo de las bancadas de PRI y PAN en el Congreso, pues antes de ese primero se tendría que convocar a nuevas elecciones?).

Llama también la atención que Bucareli se haya empeñado en esparcir la versión de que el ánimo de las fuerzas federales no es necesariamente represivo, salvo en caso de agresiones o provocaciones. En Gobernación buscaban acompañar la incursión de la policía militar con visores de derechos humanos y otros testigos que dieran fe de un comportamiento que según eso sería institucionalmente cuidadoso (¿como en Atenco o en Ciudad Lázaro Cárdenas?). Pero esos buenos deseos no fueron formalizados mediante negociaciones políticas, y las que había en curso fueron groseramente rotas.

Esa política, consistente en encomendar a la providencia que cumpla los deseos pedidos, tiene en Oaxaca el inconveniente agregado de que la base social largamente movilizada en demanda de la renuncia de Ulises Ruiz sólo puede ser desactivada a partir del cumplimiento de esa exigencia específica (los líderes con más claridad trabajan diariamente en busca de que esas masas relativamente autónomas asuman que el triunfo de los intereses populares no pasa simplemente por el cambio de nombre y apellido del gobernador en turno). También se vive una transición peligrosa: del movimiento plenamente magisterial se pasó (luego de la maniobra de división que impulsó el gobierno federal con el apoyo de Elba Esther Gordillo) a la predominancia de la APPO, pero anoche ya era más visible el actuar independiente de grupos de colonos poco interesados en escuchar u obedecer a los mandos formales de la asamblea popular.

En ese contexto de acumulación de gases explosivos es difícil aventurar pronósticos cuando el gobierno federal ha decidido entrar con contingentes militarizados a definir un conflicto que hasta antes del factor Estados Unidos pretendía mantener a distancia y posdatado. En el fondo de todo está el ingrediente que ha envenenado lo político y lo social. En aras de que pueda rendir protesta Felipe Calderón sin que los diputados y senadores priístas se ausenten de esa sesión formal -tal es la amenaza en caso de que el foxismo quite a Ulises-, el presidente saliente y el partido en el poder han negociado la impunidad de Ruiz a contrapelo de la sublevación popular. Pero la muerte del periodista estadunidense convirtió el conflicto oaxaqueño en una noticia internacional que Fox no podía seguir endilgando a un gobernador estatal y a la que debería enfrentarse con rapidez. Lo malo es que, históricamente, los planes y las estrategias de Fox suelen acabar en catástrofe. ¡Hasta mañana, desde Oaxaca!

PD: Coma frutas y verduras y vea los videos de la Otratele.

Fax: 5605-2099 juliohdz@jornada.com.mx www.juliohernandez.com.mx

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Guillermo Almeyra

El faro oaxaqueño


Está por vencer el ultimátum dado por la APPO para la remoción de Ulises Ruiz del modo que sea (hasta nombrándolo pandillero oficial del usurpador). Todo, incluso la huelga de hambre sin beber agua de quienes buscan una solución pacífica al problema oaxaqueño, parece encaminarse rápidamente a una solución extrema que, como siempre, pagarán sobre todo los campesinos, indígenas y trabajadores movilizados en todo el estado y, de rebote, los pocos derechos democráticos que no han sido pisoteados aún en todo el país. Cualquiera sea el desenlace de esta lucha tenaz y heroica de los pueblos oaxaqueños, nada puede ya borrar sus aportes, que son y serán inspiración y semilla de luchas en otros estados, mal que les pese a quienes desde el poder se preparan para reprimirlos y asfixiarlos o que, aspirando al poder, ahora o después, dejan solos a los oaxaqueños para "no hacer olas" y no enfrentarse con el capital (aunque los empresarios oaxaqueños pidan la cabeza de Ulises, no por las mismas razones que la APPO sino para evitar la radicalización de ésta).

¿Por qué se crean asambleas populares en Guerrero, en Morelos, en Michoacán -aunque todavía las mismas sean fruto del acuerdo de algunas direcciones de organizaciones sociales- y por qué se crearán sin duda también en otros estados? Porque la APPO demuestra que la autorganización, la intervención masiva voluntaria de los oprimidos y explotados, la movilización de los mismos haciendo frente a todas las consecuencias de su lucha, no sólo puede durar meses, en un proceso in crescendo, sino que también construye una gran fuerza política nacional.

Porque al silencio y a la calumnia masiva y organizada de los medios de información, la APPO recurrió al recurso legítimo de los televidentes, oyentes y lectores diariamente insultados y ocupó los medios de comunicación, dándoles su sentido legítimo. Porque frente a un gobierno asesino, la APPO organizó su propia policía para resguardar el orden, el orden de la sociedad, no el de los explotadores, y emitió bandos de gobierno, como poder popular erguido frente al poder oligárquico. O sea, demostró que es posible institucionalizar la voluntad popular democrática, organizar la legalidad estatal desde abajo hacia arriba, enfrentar al gobierno ilegítimo y que actúa además ilegalmente.

Como en los territorios zapatistas chiapanecos o en otras zonas del país, como en la Montaña de Guerrero, un germen de poder democrático y su legislación enfrenta en la vida cotidiana y organiza a la gente sobre la base de su participación directa, asamblearia, de su organización para convertirse realmente en sujetos -y no meros objetos- de la política. Oaxaca pone en práctica, ante todos, la lucha de clases que tantos enterraron y, sobre la base de un conflicto sindical obrero (el de los maestros), nuclea a otros sectores de los trabajadores, "formales" e "informales", o sea ocupados o desocupados disfrazados y campesinos e indígenas, despreciados y condenados a su desaparición por los capitalistas. Por eso en Oaxaca es tan numerosa la multitud que ocupa la ciudad: porque no es una multitud a la Negri sino un conjunto de voluntades, saberes y experiencias anticapitalistas. Por eso en Oaxaca se unen a un sindicato organizaciones campesinas como la Ucizoni, hay más municipios recuperados, libres de los bandidos gubernamentales, que en Chiapas, se mueven más indígenas organizados que en el estado sureño.

Todos esos sectores votaron por López Obrador, pero no esperan de él, simpatizan con el zapatismo chiapaneco pero no siguen a ningún salvador ni acatan ninguna disciplina impuesta, sino su propia autodisciplina.

Por lo tanto, la lucha de la APPO no es sólo un escalón muy importante en la autorganización y la autonomía de los trabajadores sino también una experiencia fundamental, nacional, en la construcción de la independencia de los oprimidos, en su ruptura con la sumisión que por siglos han querido imponerles, conquistando así el poder sobre sí mismos mientras construyen elementos de su poder sobre el territorio oaxaqueño, empezando por la capital.

La convención nacional democrática no ha nacido realmente en el país pero funciona en gran medida en Oaxaca bajo otro nombre: por consiguiente, es importante respaldar la lucha de la APPO, generalizarla, reforzarla, difundirla, impedir que la repriman y, al mismo tiempo, es indispensable dar la única y real solidaridad posible: la de la generalización de las asambleas populares, deliberativas, con revocación de mandatos, independientes de los partidos y organizaciones. La APPO ha convocado a un paro nacional si Ulises Ruiz no es sacado de su cargo. Hacerlo realidad es una tarea de todos los demócratas, porque sería una herramienta fundamental para abrir el camino a la convención nacional democrática y a la lucha que arroje al usurpador al mismo cajón de basura que está esperando al "gobernador" oaxaqueño.

No hay tiempo ya para tergiversaciones, y si se quiere evitar el derramamiento de sangre de trabajadores, campesinos e indígenas y un nuevo Atenco, hay que asumir como propias las exigencias de la APPO y también adoptar sus planes de lucha.

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Rolando Cordera Campos

El adiós presidencial: la historia sí cuenta

El presidente Fox no acaba de despedirse y por ello no deja de ofender a la ciudadanía con sus desplantes verbales y sus despropósitos políticos. De nada sirven a la situación actual que le heredará a su sucesor impuesto sus disculpas socarronas. Lo que México vive hoy con intensidad es un agravio mayor al que ahora se suma el que le asesta de nuevo el presidente Bush con su muro de ignominia, que a su vez ofende a lo mejor de aquel gran país que otrora fue reconocido como the land of the free y ahora se presenta ante el resto del mundo como la tierra de la tortura y la opresión.

En su interminable despedida, el Presidente tendría que admitir que más allá de los extraños índices de popularidad que le fabrican los mismos operadores que le fabricaron al país el horizonte de horrores que supuestamente sobrevendría con la llegada de López Obrador a la Presidencia de la República, deja a México en un preocupante estado de indefensión ante sus fantasmas domésticos, mientras se debilita aún más su de por sí frágil capacidad para relacionarse con el exterior, en particular con la tribu guerrera y destructiva que se ha apoderado de la patria de Lincoln y Roosevelt. Tendría que hacer su propio recuento y reconocer que la economía no premia más que a unos cuantos colonizadores del Estado y que la política no refleja con generosidad la gana participativa de una ciudadanía democrática, que a pesar de todo mantiene su apuesta por el pluralismo y la libertad. Contra todo esto cargó el Presidente durante su gestión, y dada la fuerza que aún le queda a la institución que nos legaron Juárez, Calles y Cárdenas, sin duda surtió en parte sus efectos corrosivos. De eso se trataba, hoy lo vemos con claridad diáfana, la "revolución como la cristera" a que convocaron Fox y sus gentes hace seis años, y que con diligencia buscaron volver realidad sus colaboradores y asociados dentro y fuera de su gobierno, en la empresa, la academia, los medios de comunicación y, sobre todo, en el sistema de educación pública, que nos entregará dañado hasta el extremo este lamentable primer gobierno de la democracia azteca.

No terminará su labor la gente de Los Pinos hasta que no quede piedra sobre piedra del edificio cívico e histórico que construyeron bien y mal los gobiernos anteriores, y que los mexicanos creían suyo para siempre. Esa parece ser, al menos, la intención de la junta que sin necesidad de dar golpe alguno se instaló en el centro del Estado para acometer su desmantelamiento, ya iniciado por la furia neoliberal y los acólitos del pensamiento único.

Acabar con los registros históricos del pueblo mexicano, imponer la rediviva idea de religión y fueros, sacar a Juárez de la mente y la imaginación de los indios y los mestizos que forman la mayoría nacional, revivir en el recuerdo popular el ensueño de una civilización criolla que ahora sería además realista y práctica y estaría dispuesta a escuchar la voz del amo a través de la cerca y el muro, es la misión de este Presidente que se va pero que no se resigna a dar por concluida su labor de expiación de esta tierra pecadora e insumisa. Sin látigo pero con presupuesto y cinismo aldeano de sobra, el Presidente y su gobierno no cejaron en su ambición reaccionaria de revivir la hacienda como horizonte vital para los mexicanos.

Poco queda para que el plazo constitucional se cumpla, pero mucho habrá que hacer para por lo menos enmendar lo hecho por este gobierno irrespetuoso y majadero. No hay buenas maneras en la mesa y no las hubo en el gabinete y el despacho. Todo fue entrega precipitada a los poderes de hecho, libre tránsito para los negociantes y rentistas, trabajo sucio para la ambición imperial en Sudamérica. Y mucho más de lo que tendremos que acordarnos con amargura y dolor una vez que podamos hacer con calma el inventario de agravios y desastres que nos dejó la primera alternancia. Pedirnos disculpas es otra forma de continuar la ofensa, y por eso, tan sólo por eso, no se debe otorgarlas.

La memoria cuenta y la historia también, aunque el Presidente se empeñe neciamente en negarlo. El 20 de noviembre empezó una revolución y nada le debemos los mexicanos de hoy a los hijos de los hacendados de ayer. Adiós, presidente Fox. Pero por favor déjenos en paz. Que le rinda el surco y lo acompañe su proverbial amnesia e ignorancia de lo que ha sido y es este gran país que usted no se merece.


Por : Anónimo




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