Editoriales:
10:41 p. m.
El primero es un editorial del blog EL JUSTO RECLAMO y el segundo es del Universal: Los hijos de Salinas de Gortari ni nos ven ni nos oyen. Escrito por Sique La memorable y ofensiva frase "ni los veo, ni los oigo" de uno de los más pérfidos enemigos de la democracia y de México, Carlos Salinas de Gortari, ha penetrado profundamente en muchos mexicanos para desgracia de todos. Ha calado tanto en ellos que, ciegos y sordos, se niegan a escuchar a los millones que votaron por AMLO y que confían en un proyecto alternativo que permita combatir la desigualdad social y la corrupción, así como reivindicar a la política volviéndola a su cometido original y loable. Hay algunos que no sólo descalifican nuestra capacidad de discernir y elegir sino hasta nuestra propia existencia. Para entender este pensamiento que desde luego tiene un fondo racista y clasista, baste con que les cuente el video anti-peje que un compañero me envió y que han reenviado a mucha gente: Herman Monster está con su familia haciendo un ejercicio democrático para decidir adónde irse de vacaciones; todos votan por la playa, pero él vota por el campo; arbitrariamente él impone su elección y la familia tiene que aceptar irse al campo; al final sale AMLO caracterizado de Herman Monster. Esto refleja las serias limitaciones de este pensamiento y nos da una idea de cómo opera la mente de algunos de los que apoyan a la derecha. Los millones que han estado en el Zócalo no existen para ellos, si acaso serán unos "miles" y unos miles de "nacos", no escuchan nuestras voces como tampoco se percatan de los millones en extrema pobreza ni de las causas por las que la gente acampa en Reforma y que han sido expresadas a través de escritos, canciones, gráficos y audiovisuales; lo único que ven y eso porque sus automóviles no pueden pasar, son unos cuantos vagos que han tenido la desfachatez de acampar en Reforma y que por tanto habría que reprimir y meterlos a la cárcel porque están bloqueando la calle, ?afectando a terceros? quién sabe por qué. Sus cerebritos llenos de frivolidad no pueden razonar lo que está sucediendo en su nariz y se lanzan a configurar analogías absurdas y fuera de toda realidad. También son ciegos y sordos ante la corrupción, la fantochería, la hipocresía y la agresión de los dirigentes del partido de la derecha. No existe el Fobaproa, ni Hildebrando, ni el fraude, ni Pemexgate, ni los Bribiesca, ni la guerra sucia, ni el tráfico de influencias, ni la locura de Diego Fernández de Cevallos, ni el delito del desafuero, ni el robo en las gasolineras de Mouriño, ni la mitomanía de Germán Martínez, ni el cinismo de Molinar Horcasitas, ni la arpía de Elba Esther Gordillo, ni la antidemocracia y la psicopatía de Fox, ni la manipulación y la oligofrenia de Martha Sahagún, ni las mentiras de Creel, ni los arreglos con el pederasta de "el gober precioso", ni las ligas con el narcotráfico de Estrada Cajigal, ni la exoneración de Espinosa Villarreal, ni la represión en Atenco, ni la de Pasta de Conchos, ni lo de Sicartsa, etc... etc... etc... Lo que sí repiten mucho porque probablemente es a lo único que tuvieron acceso quizás a través del sistema Braille, es Bejarano, Ponce e Imaz. Esos tres si los traen clavados en el cerebro por más que ya hayan sido juzgados. Bejarano, Ponce, Imaz, Bejarano, Ponce, Imaz, Bejarano, Ponce, Imaz... hasta los loritos tienen mayor acervo en su vocabulario. Quienes apoyan a la derecha con tanta ceguera están obsesionados con AMLO y hacia él canalizan su agresión, para ellos él es un monstruo al que hay que atacar. Seguramente ni lo han escuchado, ni saben qué piensa, ni han visto o leído su biografía o su proyecto alternativo de nación, pero inventan monstruos y fantasmagorías, por cierto bastante simplistas porque como dice AMLO, "son muy primarios" para sustentar sus injurias y agresiones. A nosotros, no importa que tantos millones seamos, mientras no bloqueemos una vía, ni nos ven ni nos oyen, porque se han convertido en hijos de Salinas de Gortari, no sólo son ciegos y sordos también tontos y perversos. ---------------> Ni los oigo, ni los veo Pablo Marentes 22 de agosto de 2006 Los factores de la actual crisis política germinan en julio de 1988. Entre 1992 y 1994 se robustecen. Se nutren con el fin del ejido que convierte a 3 millones de campesinos en involuntarios propietarios y vendedores de parcelas, y los sucesivos asesinatos del Cardenal Posadas, Colosio y Ruiz Massieu. Crecen con la postulación priísta de ultratumba. Y se reproducen durante los comicios intermedios del sexenio de Ernesto Zedillo, realizados con base en la reforma y la ciudadanización electorales de 1996, vistas ambas como definitivas. El ruido de una caterva de enanos de tapanco, enfrascada a fines de agosto de 1997 en una batalla campal para minimizar a la nueva minoría legislativa y desempeñar el papel protagónico en la instalación de la Cámara de Diputados, acaparó la atención de los agrupamientos cimeros del conservadurismo, los cuales ignoraron la pobreza en que habían caído 88 millones de habitantes con motivo de la inconsecuente apertura comercial de 1992, las "indispensables" transformaciones estructurales efectuadas durante los tres años anteriores y el desastre económico que comenzó el 19 de diciembre de 1994. La ciudadanización de los organismos electorales fue considerada como la solución a los males políticos de la República. La República abstracta. Quienes consolidaron la reforma, también se abstuvieron de considerar la pobreza en que sumieron a millones de habitantes las privatizaciones de la industria química, la minería, la siderurgia, y la apertura a la inversión extranjera directa de las manufacturas, las aseguradoras, la exhibición cinematográfica, la televisión estatal, las cadenas de tiendas departamentales y la banca. El pago de los 50 mil millones de dólares que el presidente Clinton facilitó en 1995 para evitar la final postración de la economía, hubo de garantizarlo el presidente Zedillo con una incosulta hipoteca petrolera y un plan de ajuste extremo. Quedaron cesantes miles de trabajadores más, y la nación pasó a ser gobernada por un grosero cártel de empresas comerciales. La crisis postelectoral no se resolverá con las tradicionales componendas que Francisco Cárdenas Cruz denomina concertacesiones. La situación mexicana podría asimilarse a la francesa de junio de 1789, cuando cientos de delegados del tercer estado después de comparar sus precarias existencias, solicitaron una discusión política que el bonachón rey les niega. Al ver cerradas las puertas de los salones, se trasladaron al juego de pelota de Versalles donde el 17 de junio instalan la Asamblea Nacional. El 20 proclamaron su decisión de no dispersarse sino hasta después de dar a Francia una Constitución. El 14 de julio, la desposeída muchedumbre parisina asalta la Bastilla. La secundarían los campesinos en la provincia. El 4 de agosto la nobleza y el alto clero renuncian a sus privilegios. El 26 se hace pública la declaración de los derechos del hombre y del ciudadano. A una velocidad social sin precedentes, una población vista como palurda, analfabeta, ignorante, desinformada, acelera el derrumbe del régimen. En unos cuantos días más se efectuará el rito del informe en un escenario que reproduce en símbolos las desigualdades que padece la gran mayoría de los mexicanos. El presidente seguramente señalará, como lo hiciera un antecesor, que a esos renegados "ni los oigo, ni los veo". Y quizá sea cierto. En las alturas del entorno iturbidista -monárquico, anacrónico, degradado-, los aplausos impiden escuchar demandas para reinstaurar la dignidad y la seguridad, dentro de un mundo manejado por minorías que reiteran cada día su desinterés por la vida y el bienestar de abultadas poblaciones nacionales. Profesor de la FCPyS de la UNAM [+/-] muestra/oculta esta entrada |