Editoriales de 19 de septiembre
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Gracias a Mariamparo por enviarnos las siguientes notas del Reforma: Tres días históricos Guadalupe Loaeza "Reforma" No, nunca olvidaré las fiestas patrias del año 2006. Jamás las olvidaré porque, a mi manera de ver, fueron únicas, de ahí que me sienta tan privilegiada por haberlas vivido con tanta intensidad, pero sobre todo, con tanta perplejidad. Todavía conservo muchas imágenes, discursos, comentarios, consignas y hasta un par de zapatos que no se han secado del todo, después del chubasco del sábado por la tarde. Quedarme con estas vivencias para mí solita, además de incurrir en un acto de egoísmo, pienso que sería una pena no compartirlas con las y los lectores que deseen leer una versión tal vez un poco distinta de lo que todos los mexicanos, directa o indirectamente, vivimos en los últimos tres días. Viernes 15 de septiembre. Eran cerca de las diez de la noche cuando sonó el teléfono: "¿Ya paso por ti?", me preguntó Héctor Vasconcelos. "Estoy más puesta que un calcetín", le contesté. Veinte minutos más tarde estábamos batallando con un tráfico atroz. Con muchas dificultades, finalmente llegamos hasta 20 de noviembre. Allí, esquina con 5 de febrero tomamos un bici-taxi. La noche estaba espléndida y había ambiente de fiesta por todas partes. Vimos muchos jóvenes echándose unos a otros una espuma muy extraña o bien reventándose huevos llenos de confeti contra la cabeza. Otros hacían sonar sus cornetas, ondeaban sus banderitas o aventaban serpentinas. "Porfirio, ya llegamos al centro. ¿Dónde nos vemos?", le pregunté a Muñoz Ledo desde mi celular a la altura de 16 de septiembre. "Entren por detrás de Palacio. Nos vemos a la entrada donde están las vallas", sugirió. El conductor del bici-taxi hacía unos esfuerzos enooooormes por avanzar entre tanta y tanta gente (toda cubierta de esa espuma) que se dirigía hacia el Zócalo. Muchos de ellos eran probablemente los convencionistas que muy convencidos asistirían al otro día a su Convención. Por fin llegamos a la calle de Moneda, descendimos y caminamos hasta las vallas, donde nos estaba esperando Porfirio. Cuando subimos al templete, ya estaba Eugenia León cantando "México, lindo y querido" con un grupo de mariachis. El Zócalo estaba lleno a reventar; era impresionante ver esa marea de cabezas humanas iluminadas por los foquitos con los que se habían cubierto los edificios con las efigies de los héroes de la Independencia. Encendidas como estaban las torres de la Catedral, desde el interior, se veían imponentes. Y bueno, ¿qué puedo decir de nuestra bandera recién salida de la tintorería? "En unos minutos más les pediré de favor que miren hacia aquel balcón, porque desde allí, el jefe de Gobierno dará El Grito", decía en el micrófono Jesusa Rodríguez dueña del escenario, acompañada de Regina Orozco vestida de china poblana. De pronto vimos aparecer a López Obrador con una chamarra negra. Se veía emocionado. ¿Cómo no lo iba a estar hasta la médula de los huesos si la multitud no dejaba de gritar: "¡Obrador, Obrador, Obrador!" Finalmente las campanas de la Catedral anunciaron la hora que todos estábamos esperando. Y en ese preciso instante, todos miramos hacia el balcón del antiguo Palacio del Ayuntamiento donde estaba Encinas con Abascal, quien no se salvó de una buena rechifla. ¡Qué fuerte dio El Grito Encinas, pero todavía más fuerte le contestamos nosotros, sobre todo aquel que decía: "Viva la soberanía Popular"! Lo mejor vino después, los fuegos artificiales pintados en verde, blanco y colorado. Hacía mucho tiempo que no veía un conjunto de juegos pirotécnicos, lanzados con tanta maestría. A lo largo de 15 minutos estuvieron baile y baile al son de un repertorio musical que venía de unas bocinas gigantes: La cucaracha, María Bonita y el Huapango de Moncaya. Contenta como estaba esa noche, me dije a mí misma: "no hay peor lucha que la que no se hace...". Sábado 16 de septiembre. Eran casi las tres de la tarde y por más que el conductor del bici-taxi le pedaleaba y pedaleaba nomás no avanzaba. Había tantas delegadas y delegados caminando por las calles del Centro Histórico que era imposible avanzar. Por fin nos metimos por Justo Sierra para después dar vuelta en Moneda. El templete todavía no estaba bien puesto. Debajo de su estructura estaban Elena Poniatowska, Chaneca, Nadine Jean, Delfín Sánchez Juárez y otros seguidores de AMLO, que entraban y salían. Estábamos platicando muy a gusto, cuando de repente se vino el chubasco. Protegidos como creíamos estar, unos minutos después empezamos a sentir como unas regaderas sobre nuestras cabezas, eran las goteras. Nos tuvimos que salir y entonces sí nos mojamos completitos. "Llueve, llueve y nadie se mueve", gritaban las y los delegados. "¡Obrador, Obrador!", clamaban bajo la lluvia. En la plancha del Zócalo había mucha más gente que el día anterior. Con mis hombreras em-pa-pa-das y mi huipil chorreado (lo único seco era mi gafete en donde se leía: Delegado. Sufragio efectivo no imposición), comencé a escuchar a Elena decir: "José Clemente Orozco tuvo razón al alzar su mano llena de pinceles rojos y fustigar la corrupción, el influyentismo, el maltrato, la pobreza, el saqueo, la falta de educación en todos sus niveles, el racismo y el clasismo, las desigualdades económicas y sociales que dividen al país y nos agobian". En seguida se escuchó una rechifla espantosa, era para Cuauhtémoc Cárdenas. A partir de ese momento, vinieron más discursos, el de Malú Micher, el de Rafael Barajas (El Fisgón), el de Luis Javier Garrido. Todo me parecía muy extraño. Como si todos los que estábamos allí estuviéramos en una isla muy apartada... Por un momento me sentí dentro de una película, que un día espero que se filme. De pronto vi que todas las y los delegados alzaban su brazo. "Esta es una fecha histórica", pensé al mismo tiempo que alzaba el mío. Si el 2 de julio había votado por AMLO, y mi voto no había sido contado, era evidente que pensara que en esta ocasión sí contaría de todas a todas... Domingo 17 de septiembre. Dos hechos me impresionaron del Informe que dio Alejando Encinas: la abrupta y torpe salida de los legisladores panistas antes de que el jefe de Gobierno leyera su Informe y que en las arcas del GDF hubiera más de 13 mil millones de pesos para cualquier contingencia. ----------> Incombustible Gamboa Miguel Ángel Granados Chapa "Reforma" Exhibido en su relación con Kamel Nacif, eso no estorbó para que el diputado yucateco presida desde ayer la Junta de Coordinación Política en San Lázaro, pues ha salido indemne de otros señalamientos, como el relacionado con financiamiento ilegal hace seis años Ayer al mediodía asumió Emilio Gamboa la presidencia de la Junta de Coordinación Política, uno de los dos órganos de gobierno de la Cámara de Diputados. Para que pudiera hacerlo fue menester reformar, en el breve plazo de una semana, la Ley Orgánica del Congreso de la Unión, cuyo resultado figuró en el Diario Oficial del jueves 14 de septiembre. No importó que dos días antes se conociera su disposición a frenar, unos 30 meses atrás, legislación relativa al juego apenas percibió el reparo de Kamel Nacif, muy conocido hasta antes del año pasado por su ludopatía y a partir de entonces por su vínculo con Jean Succar Kuri, denunciados ambos por la periodista Lydia Cacho en su libro Los demonios del edén. Hacia febrero o marzo de 2004, Nacif se sorprendió de que se pretendiera legislar sobre el juego (la ley vigente entonces y todavía tiene cerca de 60 años de edad), según se lo informó Gamboa, y le pidió detenerse. Lo hizo de dos maneras en su conversación con el senador yucateco: "No, no la chingues" y "Dale p'atrás, papá". A lo que Gamboa repuso, inmediatamente obsequioso: "Pos entonces va p'atrás, esa chingadera no pasa en el Senado". Y así fue, no llegó siquiera allí, porque no prosperó en la Cámara de Diputados. En vez de que se generara un escándalo por el nexo entre Nacif y Gamboa, y sus probables efectos en el trabajo legislativo, Gamboa fue arropado por sus compañeros de partido y por los prohombres panistas. El vocero presidencial, Rubén Aguilar, dijo que la grabación sobre la plática de Nacif con Gamboa no estorbaría en nada la relación del gobierno con el coordinador de la bancada priista. Aguilar ofreció una primicia, requerida todavía de esclarecimiento: se sabía de los arreglos entre Héctor Larios, el jefe de la bancada panista, con su colega del PRI: pero ignorábamos que el gobierno tenía también interlocución, y acuerdos quizá, con Gamboa. El escándalo generado por la difusión de la plática entre Gamboa y Nacif y de éste con su hija, con el ahora gobernador Fidel Herrera y con su socio, amigo y cómplice Jean Succar Kuri no surgió de los hechos a que se refieren las grabaciones. Especialmente, el intercambio entre Succar Kuri y Nacif, que comprueba sus adicciones personales y su participación en el comercio sexual. Pese a la gravedad de estos hechos, y su liga con redes mundiales de pederastia y tráfico infantil, no inquietaron en lo absoluto a las buenas conciencias que, sin embargo, se agitaron porque se graban conversaciones telefónicas al margen de la ley y se difunde su contenido. Reacción semejante ocurrió en febrero pasado cuando se descubrió la trama urdida por Nacif con el gobernador de Puebla, Mario Marín, para dañar gravemente a la periodista Lydia Cacho. Para alejar la atención de actos de poder al servicio de un particular con fines aviesos se desestimó el modo por el cual la sociedad pudo enterarse de esa aberración. Todavía ayer el pleno de la Suprema Corte de Justicia prefirió detenerse en la ilegalidad de las grabaciones en vez de preocuparse por los hechos a que se refieren. A la hora de escribir estas líneas el tribunal constitucional discutía la ponencia del ministro Guillermo Ortiz Mayagoitia que con base en el informe preparado por los magistrados Emma Meza Fonseca y Óscar Vázquez Marín, propuso negar que las garantías individuales de la periodista hubieran sido atacadas. En la discusión parecía imponerse la necesidad de requerir una ampliación de la pesquisa ordenada por la Corte, pues los magistrados a quienes se encargó la misma excluyeron de ella al gobernador Marín. La prestancia del cargo al que llegó ayer Gamboa no corresponde a su biografía, a menudo marcada por poner el poder al servicio de intereses particulares, o francamente por la corrupción. De una actuación de esta índole lo señalaron sus propios compañeros del partido, uno de los cuales, Rafael Ortiz, forma parte de la bancada del PRI; es decir, está bajo la coordinación de Gamboa. En marzo de 2003, cuando el Instituto Federal Electoral asestó al PRI una multa de mil millones de pesos por haber recibido 500 como financiamiento ilegal, ese partido impugnó la resolución ante el Tribunal Electoral, al que le planteó una hipótesis alternativa. Según ella, las destinatarias finales de los recursos que el sindicato petrolero entregó al partido sancionado fueron dos asociaciones civiles manejadas por personas cercanas al candidato Francisco Labastida (hoy senador de la República). Una de dichas asociaciones se llamaba Impulso Democrático, que encabezaban Emilio Gamboa y Jorge Cárdenas, en ese orden. A diferencia del primero, el segundo fue acusado penalmente en un curso legal paralelo al de la sanción administrativa sufrida por el PRI. Gamboa fue secretario de Comunicaciones y Transportes hacia el final del gobierno de Carlos Salinas. En 1994 hizo allí favores imperecederos: otorgó 83 concesiones de frecuencia modulada a otros tantos tenedores de emisoras de amplitud modulada, y refrendó concesiones de televisión, entre ellas a Televisa. Cuando Labastida llegó a ser, tres años más tarde, secretario de Gobernación, halló oportuno que Gamboa recogiera los rendimientos de su liberalidad, como subsecretario de Comunicación Social y luego como uno de los principales operadores de su campaña. De su paso por esas situaciones, y del punto de arranque de su carrera como poderoso secretario particular del débil presidente Miguel de la Madrid nos ocuparemos después. Cajón de Sastre La fundación social Compartir entrega hoy, por decimoctava ocasión, los premios que llevan su nombre. Los recibirán esta vez las asociaciones civiles Espacios de Desarrollo Integral, Acción Popular de Integración Social y Fundación ProEmpleo Productivo, y dos personas que han entregado su vida a servir a los demás. Una es Julia Narváez Solís, trabajadora social, maestra normalista y socióloga que con los misioneros pasionistas fundó en 1971 una caja de ahorro y crédito popular. Al cabo de los años ha fundado más de 70 cajas con más de 5 mil 700 socias, amén de 40 granjas integrales y 25 huertas agroecológicas en Guerrero y Oaxaca, su estado natal. Recibe también el premio el sacerdote jesuita Mardonio Morales, que desde 1964 vive en Bachajón, acompañando a los tzeltales de la región en sus luchas por la justicia y la libertad. Tras aprender su lengua, tradujo a ella la ley agraria, y después ha dedicado 35 años a traducir la Biblia. Ha impulsado la ordenación de diáconos indígenas y el fortalecimiento de la iglesia autóctona. [+/-] muestra/oculta esta entrada |