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Andrés Manuel
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Profirio Muñoz Ledo

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* Hoy es lunes, septiembre 11, 2006

Análisis Político

1:39 p. m.

La pesadilla de Calderón

enriqueta cabrera

"Proceso"


México, D.F., 11 de septiembre (apro).- La sombra de Andrés López Obrador se proyectó sobre Felipe Calderón en las noticias y editoriales aparecidos en la prensa internacional a partir de que el segundo fue declarado "presidente electo" por el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF).

El pasado miércoles, prácticamente todos los artículos y editoriales de diarios en Estados Unidos, Europa y América Latina se refirieron al fin del proceso electoral mexicano y a la continuación de la crisis política y social.

Con diversos enfoques, diarios conservadores y liberales advierten que en México la elección concluyó, pero la fractura continúa expresada en un movimiento social que proyecta incertidumbre sobre la gobernabilidad, la estabilidad y el futuro de México.

La noticia de la declaración de presidente electo y el desconocimiento paralelo de los resultados electorales por parte de López Obrador, dio la vuelta al mundo, pero sobre todo tuvo una destacada repercusión en la prensa estadunidense. Vecindad e interdependencia obligan.

En un contexto más o menos amplio, la prensa internacional tiene en cuenta que los 65 días que pasaron desde las elecciones del 2 de julio se vivieron en un ambiente de incertidumbre, sin resultados electorales después de que México vivió la elección más disputada de su historia. Durante más de dos meses, los corresponsales extranjeros informaron sobre el conflicto poselectoral en México: las manifestaciones y plantones de la coalición Por el Bien de Todos; las denuncias de irregularidades; la solicitud de un recuento voto por voto, y la impugnación de la validez de la elección por la injerencia del presidente Vicente Fox a favor del ahora presidente electo Felipe Calderón.

La amplitud de la cobertura mediática mundial se vincula a varias cuestiones: la primera, que México ?por primera vez en su historia-- tuvo que esperar 65 días para la resolución oficial de quién ganó la elección presidencial más disputada de su historia; la incertidumbre que genera el hecho de que el triunfo de Calderón sea desconocido por la segunda fuerza política y un amplio movimiento social; la preocupación sobre los derroteros de la protesta y el temor de que puedan suscitarse hechos de violencia; la percepción internacional de la polarización de México y la fractura política y social que atraviesa al país, y la debilidad política del futuro gobierno de Calderón si no logra acuerdos e impulsa políticas de sus adversarios.

La gobernabilidad tiene que ver con que los mexicanos acepten los resultados. Apenas 51% cree que fueron limpias, señala el editorial de El País citando una encuesta de El Universal.

En el caso de los medios estadunidenses es recurrente la preocupación por la gobernabilidad y la estabilidad de México. La prensa en Estados Unidos recogió también múltiples dudas que no fueron despejadas por el Tribunal. The New York Times advirtió que el fallo alimenta sospechas de fraude. Señala que, en una decisión unánime, la Corte desechó los argumentos de López Obrador, aunque deploró la "propaganda negra" que Calderón y algunos grupos empresariales utilizaron contra López Obrador. También dijo que el "Presidente Fox puso en riesgo la validez de la elección con numerosos discursos que indirectamente atacaban al candidato de la izquierda...". Se refirió a lo dicho por la magistrada Alfonsina Navarro, en el sentido de que hubo irregularidades que no se probaron y "otras que no fueron suficientemente graves para poner en duda la veracidad de la elección."

The New York Times publicó en su portada una extensa nota de James C. McKinley, en la que, después de informar que Calderón será el próximo presidente de México, advierte: "...a pesar de que la decisión definió cuestiones legales en la más disputada elección en la historia de México, no puso fin a la crisis política que ha atrapado al país desde que los votantes fueron a las urnas aquí el 2 de julio. El primer desafío de Calderón como presidente será desactivar la ira de los izquierdistas que creen que la elección fue fraudulenta. No será fácil...".

The Washington Post, tras señalar que Calderón fue declarado presidente electo de manera unánime por el tribunal, recoge las declaraciones de López Obrador en el zócalo frente a miles de personas, advirtiendo que considera a Calderón un "presidente ilegítimo", y llamó a crear un "gobierno alternativo" a "refundar la República y establecer el orden constitucional ante de la toma de posesión el l de diciembre".

Para el diario canadiense Toronto Star, "la decisión de la Corte no podrá ser apelada, termina con dos meses de incertidumbre, pero no descarta la crisis política en México".

El influyente diario liberal The Independent, del Reino Unido, publicó, a su vez, un editorial sobre México con el titulo "Nación dividida". Éste señala que "Washington, en particular, piensa que la incorporación de la izquierda popular en América Latina sería un retroceso. La salida del poder del partido que gobernaba (PRI), así como la gran liberalización de la economía, el aumento de los precios del crudo y la membresía del TLCAN, no han traído el tipo de prosperidad que se esperaba".

Prácticamente todos los diarios registran --aunque no de manera destacada-- la intervención ilegal de Fox en la campaña electoral a favor de Calderón y en contra de López Obrador que, como apuntó el Tribunal Electoral, puso en riesgo la elección y la intervención a través de campañas en medios electrónicos ?prohibidas por la ley-- de un sector del empresariado nacional. Se trata de prácticas que son habituales en países como Estados Unidos, pero que en México tienen un impacto y una connotación distintos. La democracia mexicana no permite que el presidente pretenda influir en el voto ciudadano. Y eso es lo que sucedió. Se trata de un agravio mayor que, incluso, pone nuevamente en duda el compromiso democrático de Fox.



Permanece la desconfianza

Al juzgar la injerencia presidencial en las campañas electorales, el Tribunal Electoral hizo abstracción del contexto histórico mexicano en el que un elemento central de la democracia electoral es que el presidente no intervenga en la elección de su sucesor. A pesar de ser éste un elemento central en la historia política mexicana, llama la atención que pocas notas periodísticas lo destaquen.

El editorial de Wall Street Journal considera que "lo último que México necesita es un México inestable e ingobernable."

Al analizar las elecciones en México, Los Angeles Times señala que "Calderón tomará posesión el l de diciembre, dando a Fox tres meses para resolver la crisis política y asegurar una sucesión pacífica... México enfrenta un largo periodo de inestabilidad en el que las divisiones sociales y regionales que definieron la campaña presidencial podrían hacerse más agudas."

El prestigiado vespertino francés Le Monde advierte en su editorial que, tras la decisión de la más alta autoridad electoral, "...la crisis política que atraviesa (México) desde hace dos meses está lejos de haber concluido. Nadie puede predecir hoy con certidumbre cuando, ni cómo, se va a resolver. Y, sobre todo, si podrá hacerse sin violencia." Advierte que el sistema electoral mexicano se había dotado de "candados" que hacían posible un fraude masivo..."pero la desconfianza permanece."

Inquieta a Handesblatt de Alemania que "no se sabe si habrá tranquilidad política".

Mientras, el San Diego Union Tribune señala que "la esperanza ahora es que las cosas se tranquilicen. Pero no hay que apostar a ello. AMLO ha tachado de ´criminales´ a sus oponentes y ha amenazado con bloquear el desempeño de Calderón".

De manera realista, el editorial del Chicago Tribune considera que "desafortunadamente no es claro que México tenga otra transición presidencial pacífica. El país se encuentra en arenas movedizas... Una campaña para minar la presidencia de Felipe Calderón podría, a la vez, amenazar la estabilidad de México."

Respecto de las declaraciones de López Obrador de formar un gobierno paralelo, el diario británico The Guardian dice que los acontecimientos en México "han provocado que algunos observadores hablen de una posible insurrección, mientras que otros temen una reacción violenta por parte de la derecha."

Por su parte, en el diario conservador francés, Le Figaro, su director adjunto Pierre Rousselin advierte que, "con una ventaja de sólo 0.56%, el conservador Felipe Calderón heredará un país más dividido que nunca, invadido por una movilización que pone en duda las instituciones y la estabilidad del país".

"La prueba más grande para la democracia en el mundo estos días ha tenido lugar en el patio trasero de Estados Unidos, en México... Es un signo de madurez política que, incluso, esta elección cerrada pueda ser adjudicada. El desafío ahora es que todos los mexicanos acepten los resultados, de modo que Felipe Calderón pueda gobernar," señala el editorial del poderoso diario proempresarial Wall Street Journal, utilizando expresiones que resultan ofensivas para los mexicanos.

"La Casa Blanca emitió un comunicado felicitando al pueblo de México por la certificación de ?un proceso electoral libre y justo?. Calderón enfrenta la tarea de ganarse a los millones de mexicanos enojados con el presidente Fox por no haber cumplido sus promesas... Así mismo, están enojados por la campaña de desprestigio que lanzó en contra de López Obrador," advirtió la nota del Washington Times.

El País, de España, en su editorial del 6 de septiembre titulado "Victoria justa", tras referirse al dictamen inapelable del Tribunal que le dio el triunfo electoral a Calderón, señala que no hay elección perfecta. Toma nota de la grave irregularidad que representó la intervención del presidente Fox, y considera necesario tener en cuenta "que apenas un raspado 51% cree que las elecciones fueron limpias... Aunque haya ganado, Calderón debe percatarse de que los problemas que planteó López Obrador sobre la desigualdad y la pobreza durante la campaña, siguen siendo los centrales".

La Opinión, el diario en español más leído en Estados Unidos, señala en su editorial que espera que "el panista comience a asumir actitudes más presidenciales y menos divisivas que las mantenidas hasta ahora. Calderón asegura querer ser presidente de todos los mexicanos, para eso debe reconocer que ganó con una diferencia mínima... Es necesario que busque una verdadera reconciliación nacional en la que se tome en cuenta al México postergado que depositó sus ilusiones en la coalición Por el Bien de Todos... AMLO debe replantearse su estrategia de confrontación total."

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El peso de la ingobernabilidad


gerardo albarrán de alba *
"Proceso"


México, D.F., 8 de septiembre (apro).- México parece encaminarse por la misma ruta que en enero de 2000 le costó la Presidencia de Ecuador a Jamil Muhamad; o la de Argentina, a Fernando de la Rúa, en diciembre de 2001; o la de Bolivia, a Javier Sánchez Lozada, en octubre de 2003. Las movilizaciones y la presión popular en estos países derrumbaron a mandatarios democráticamente electos y parecieron interrumpir procesos de normalización institucional construidos durante las últimas dos décadas en Latinoamérica, pero vistos con más atención eran todo lo contrario: fueron expresiones sociales de reclamo por la profundización de la democracia.

En nuestro país, ahora, la movilización provocada por la sospecha latente de fraude electoral amenaza con impedir que el nuevo presidente siquiera tome posesión del cargo el próximo 1 de diciembre, y aun si el panista Felipe Calderón lograra colocarse la banda presidencial y rendir protesta ante el Congreso de la Unión ?cuya representación eventualmente podría reducirse sólo al presidente de la mesa directiva de la Cámara de Diputados, facultado para ungirlo presidente constitucional hasta escondidos en un baño?, no pocos prevén ya que difícilmente podría terminar su mandato de seis años al frente del Poder Ejecutivo federal.

Así, mientras otros países latinoamericanos padecen crisis de gobernabilidad, en México la ingobernabilidad parece evidenciar una crisis de democracia como régimen político. Aquí sí están en duda las instituciones democráticas, porque fueron éstas las que sometieron un proceso político de transición a intereses mezquinos, al extremo de recurrir burdamente a las peores expresiones del autoritarismo que, en lugar de sepultarlas, las expropiaron para mantenerse en el poder al menos otro sexenio.

La Presidencia de la República, el Instituto Federal Electoral y el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación eran los responsables directos ?aunque con diverso alcance? de garantizar la normalidad democrática en la primera sucesión en la era post-priista. Ninguna de estas instituciones estuvo a la altura. El presidente Vicente Fox utilizó hasta la obsesión todos los recursos a su alcance ?la mayoría ilegales?, pero no para apoyar al candidato de su partido ?que nunca fue el suyo?, sino para impedir que llegara al poder Andrés Manuel López Obrador, ese dirigente populista de centro-izquierda que amenazaba al corporativo en que Fox convirtió al gobierno de la República, y que cooptó al Consejo Ciudadano del IFE ?en contubernio con el PAN y con el PRI?, sometiéndolo a las directrices de intereses ajenos a la transparencia, legalidad, imparcialidad y certidumbre que debían cumplir.

Y el Tribunal Electoral optó por un formalismo jurídico que, en lugar de despejar las dudas sobre el fraude electoral, extendió un certificado de impunidad a los excesos e ilegalidades del poder político y del poder económico para éste y para futuros comicios.

De los partidos políticos, poco que agregar a su desprestigio. Es cierto que el PRD compitió con reglas de juego que obligaban a todos porque debían servir para la toma de decisiones colectiva y la resolución de conflictos, pero también es cierto que esas reglas ?que no son otra cosa que las propias instituciones? fueron aplicadas en su contra. Esto no justifica los errores de campaña cometidos por la coalición Por el Bien de Todos y su candidato ?incluyendo la falta de previsión para documentar el fraude que hoy denuncian, si es que lo hubo?, ensoberbecidos por una victoria que daban por cierta desde antes de someterse al escrutinio ciudadano del voto, pero explica el encono que alimenta su protesta. El PAN y el PRI renovaron el espíritu de las concertacesiones y se reparten canonjías.

En suma, el país está inmerso en la mayor crisis de gobernabilidad de los últimos 40 años, sin asideros institucionales operables y con un tejido social en descomposición.

Existen actores estratégicos en México con la capacidad ?es decir, con los recursos de poder suficientes para obstruir el funcionamiento de las instituciones? y que operan con la intención real de socavar la gobernabilidad del país, que se pretendía democrática, y estamos viendo que no lo es, pues no se rige por valores democráticos. Durante décadas, México tuvo gobernabilidad, pero no democracia, y funcionó a fuerza del autoritarismo presidencialista que caracterizó a los 72 años de gobiernos de la Revolución institucionalizada.

Ahora tiene una parodia de democracia, y se le acabó la gobernabilidad, pues los partidos y las instituciones se disputan el poder basados en el clientelismo y el patrimonialismo, no en valores democráticos; los conflictos se trasladaron a las calles ?como en Oaxaca y en el Distrito Federal? al carecer de un eficaz marco necesario para su resolución, y el crimen organizado se disputa como botín un país que precisamente dejó de lado la construcción institucional que garantizara mínimamente el equilibrio social, empleos bien remunerados, justicia imparcial y seguridad para todos.

En tanto, la ciudadanía no cree que ninguna de sus instituciones políticas pueda satisfacer sus demandas y, sobre todo, sus necesidades, y eso se expresa en la división electoral en tres tercios casi iguales: los que votaron por un cambio real en las relaciones de poder político, económico y social, representado por López Obrador; los que votaron por que nada cambiara ?que fue el único terreno que el gatopardismo de Fox verdaderamente le abonó a Calderón? y el resto, que desperdició su voto en las inercias autoritarias que representa el PRI y sus desprendimientos o en las franquicias políticas que no tienen una razón programática para existir, sino que se disputan una parte del presupuesto para medrar.

Tienen razón quienes dicen que López Obrador en realidad no mandó al diablo a las instituciones, porque las instituciones ya se habían ido al diablo desde mucho antes, incapaces de contener y procesar pacíficamente los conflictos.

México se convulsiona por mucho más que un mero drama republicano. La movilización poselectoral en la Ciudad de México, la violencia de la crisis política y social en Oaxaca, las ejecuciones diarias por todo el país ?cada vez más brutales?, el desprestigio de los partidos políticos y la desconfianza ciudadana en las instituciones fundamentales del país, ponen en tela de juicio todo el equilibrio institucional de nuestro sistema político y evidencian la urgencia de un nuevo pacto social que nos permita construir de una buena vez el modelo de gobernabilidad democrática que nos permita construir un proyecto común.

La disputa, por el momento, no es hacia dónde se dirigirá ese nuevo pacto, sino desde dónde.

* Gerardo Albarrán de Alba, coordinador de proyectos académicos de la revista Proceso.


Por : trueeyes




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